viernes, 30 de septiembre de 2011

Sobre la verdadera experiencia de la vida



"Esta es, pues, la verdadera experiencia de un hombre: el llegar a conocerse a sí mismo. Conocer el mundo es interesante, útil, seductor; pero el conocimiento de uno es el viaje más grande, el descubrimiento más impresionante, el hallazgo más instructivo. Visitar Roma o el Polo Norte no es tan interesante como aprender alguna cosa sobre nuestro carácter; es decir, sobre la auténtica naturaleza de nuestras predisposiciones, sobre nuestra relación con el mundo, con el Bien y el Mal, con los hombres, con las pasiones. En el momento en el que mi espíritu se hizo suficientemente maduro para este descubrimiento, ya no me hizo falta buscar ninguna otra experiencia de la vida".
(Sándor Márai)


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Jugando a hacer dinero con la alfabetización


Molesta y ofende


Tengo la suerte de habitar en un país del globo en donde la educación primaria es obligatoria. Cuando en mi más tierna infancia descubrí el horror de tener que ir a la escuela cada día aunque no me gustase , recuerdo que mis padres y mi maestra empezaron a decirme que había pena de cárcel para los papás que no enviaban a sus hijos al colegio. Inmediatamente, me apliqué como la primera a acudir puntual y sin faltas a las clases, no fuese que algún estricto funcionario del Gobierno pasara un día por mi domicilio para secuestrar a mis progenitores y ponerles a la sombra.

En aquella época, años 70, íbamos a la escuela con libros de nuestros hermanos mayores. Alguno había que comprar, de vez en cuando, pero sí que ciertamente, los profesores, muy concienciados con los bolsillos de los padres, abogaban porque estudiásemos en libros de texto reciclados. Mi tía era especialista en arreglar incluso tapas, con trozos de cartón pegados, que cubría después con forros de vistoso papel. Y yo me sentía como una reina con aquellos libros de tapas "diferentes".

Paseando estos días de septiembre por mi barrio, (de una gran ciudad cualquiera de un país primermundista), he encontrado varios montones de libros de texto en la basura. Libros acompañados, por cierto, de cuadernillos -también suministrados por las editoriales- a medio terminar, o algunos apenas empezados, libretas escolares con muchas páginas inmaculadas, e incluso estuches con lápices, gomas, sacapuntas y pinturas...

Desde este post quiero lamentar públicamente el desperdicio económico que supone la obligación anual de comprar anualmente libros de texto nuevos (con sus cuadernillos trimestrales) y lo obsceno y casi ofensivo que resulta el espectáculo de verlos en las basuras de las grandes urbes, al curso siguiente, con sus páginas en blanco.

¿A quién o a quiénes se les ocurrió hacer negocio con la alfabetización? ¿acaso debido a la abrumadora cantidad de material escolar y textos que obligan a llevar a los niños del siglo XXI salen mejor preparados y existe menos fracaso escolar que hace tres o cuatro décadas?

¿No iban a la escuela nuestros abuelos con una "enciclopedia" y eran los profesores quienes debían estimular el afán por aprender, el gusto por la cultura, y la pasión intelectual? ¿Qué ha sido ahora de todo eso? ¿se ha suplido la falta de competencias y de valores del Sistema por la abundancia de libros en la mochila? ¿Qué significado metafórico encierra el hecho de tirar nuestros libros a la basura? ¿y de que estén apenas sin utilizar?



(Otra sugerencia que aprovecho para introducir es que, si andamos tan sobrados de lápices, estuches y libretas, no se dejen abandonados en la basura. Existen posibilidades para enviarlos a África o a la India, o a cualquier lugar del planete donde cientos de niños menos afortunados no tienen apenas otra cosa para escribir que tablillas)

"Si quieres ser famoso, haz algo. Y hazlo peor de lo que nadie lo haría"


fotografías de Miroslav Tichý

Si alguna de las mujeres que aparecen en las fotografías de Miroslav Tichý se reconoce a sí misma en alguno de sus curiosos retratos, ¿qué habrá pasado por su mente ?...

¿Se habrá sentido la musa de un artista, o el objeto de un voyeur? ¿habrá visto en la imagen un fragmento de vida lírico y sensual? ¿habrá juzgado con compasión el trabajo de un loco? ¿habrá admirado al inteligente y tenaz outsider?

Miroslav Tichý, nacido en la Bohemia checa en 1926, dejó de lado su vocación de pintor, abandonando sus estudios de Bellas Artes, el día en que el régimen comunista sustituyó a las modelos de la Facultad por rudos obreros con mono. Poco después, empezó a experimentar con la Fotografía, fabricándose las cámaras él mismo con material reciclado.

Tichý vivió, además, como un outsider en toda regla. Su resistencia total al Sistema le llevó a vivir en la marginalidad de su cabaña, en la que, durante treinta años, su principal ocupación era captar y revelar en su laboratorio unas cien instantáneas diarias, con el tema principal de la mujer. Innegable, a la vista de los resultados, la faceta de voyeur, al disparar desde un escondite, siempre en busca de alguna imagen procaz, que Tichý transforma (al positivar en papeles viejos que él mismo emulsiona, raya y trabaja)en un cuadro poético. Sus imágenes inspiran en el espectador una mezcla de ternura y picardía que no deja indiferente.

Su radical estilo de vida le costó a Tichý ocho años de cárcel y varias estancias en centros psiquiátricos. En sus últimos quince años de vida, fue "descubierto" por galeristas y críticos, y su obra fue mostrada por diversos rincones del mundo. Sin embargo, Tichý no cambió nunca por nada su vida de "Diógenes" y la transcendente soledad de su chabola, acompañada acaso por algún roedor, a los que siempre respetó por considerarles hermanos en animalidad con los seres humanos.


Cámara con la que disparaba Tichý, autofabricada con material reciclado