miércoles, 14 de septiembre de 2011

Jugando a hacer dinero con la alfabetización


Molesta y ofende


Tengo la suerte de habitar en un país del globo en donde la educación primaria es obligatoria. Cuando en mi más tierna infancia descubrí el horror de tener que ir a la escuela cada día aunque no me gustase , recuerdo que mis padres y mi maestra empezaron a decirme que había pena de cárcel para los papás que no enviaban a sus hijos al colegio. Inmediatamente, me apliqué como la primera a acudir puntual y sin faltas a las clases, no fuese que algún estricto funcionario del Gobierno pasara un día por mi domicilio para secuestrar a mis progenitores y ponerles a la sombra.

En aquella época, años 70, íbamos a la escuela con libros de nuestros hermanos mayores. Alguno había que comprar, de vez en cuando, pero sí que ciertamente, los profesores, muy concienciados con los bolsillos de los padres, abogaban porque estudiásemos en libros de texto reciclados. Mi tía era especialista en arreglar incluso tapas, con trozos de cartón pegados, que cubría después con forros de vistoso papel. Y yo me sentía como una reina con aquellos libros de tapas "diferentes".

Paseando estos días de septiembre por mi barrio, (de una gran ciudad cualquiera de un país primermundista), he encontrado varios montones de libros de texto en la basura. Libros acompañados, por cierto, de cuadernillos -también suministrados por las editoriales- a medio terminar, o algunos apenas empezados, libretas escolares con muchas páginas inmaculadas, e incluso estuches con lápices, gomas, sacapuntas y pinturas...

Desde este post quiero lamentar públicamente el desperdicio económico que supone la obligación anual de comprar anualmente libros de texto nuevos (con sus cuadernillos trimestrales) y lo obsceno y casi ofensivo que resulta el espectáculo de verlos en las basuras de las grandes urbes, al curso siguiente, con sus páginas en blanco.

¿A quién o a quiénes se les ocurrió hacer negocio con la alfabetización? ¿acaso debido a la abrumadora cantidad de material escolar y textos que obligan a llevar a los niños del siglo XXI salen mejor preparados y existe menos fracaso escolar que hace tres o cuatro décadas?

¿No iban a la escuela nuestros abuelos con una "enciclopedia" y eran los profesores quienes debían estimular el afán por aprender, el gusto por la cultura, y la pasión intelectual? ¿Qué ha sido ahora de todo eso? ¿se ha suplido la falta de competencias y de valores del Sistema por la abundancia de libros en la mochila? ¿Qué significado metafórico encierra el hecho de tirar nuestros libros a la basura? ¿y de que estén apenas sin utilizar?



(Otra sugerencia que aprovecho para introducir es que, si andamos tan sobrados de lápices, estuches y libretas, no se dejen abandonados en la basura. Existen posibilidades para enviarlos a África o a la India, o a cualquier lugar del planete donde cientos de niños menos afortunados no tienen apenas otra cosa para escribir que tablillas)