sábado, 11 de febrero de 2012

De claris mulieribus


El caballete de Marcia. Edición del siglo XV del libro miniado De claris mulieribus, de Bocaccio. Biblioteca Nacional de Francia.

El primer autorretrato del que tenemos noticia es el de Marcia (Iaia Cyzicena), famosa retratista que vivió en la Roma del siglo I a.C. Plinio el Viejo da cuenta del quehacer de Iaia describiendo cómo era capaz de pintar su propia imagen con ayuda de un espejo.

Sin embargo, una de las referencias gráficas representativas de Marcia es una miniatura perteneciente a la edición ilustrada del siglo XV de la obra De claris mulieribus, escrita por Giovanni Bocaccio. Las páginas del ejemplar, custodiado en la Biblioteca Nacional de Francia, muestran a la primitiva pintora romana portando ropas de estilo gótico, propias del siglo XV, y pintándose a sí misma. Este documento constituye una muestra de cómo eran en el medioevo los avituallamientos de un pintor. Nótese la curiosa forma de la paleta, el caballete, y cómo se sugiere, al colocarse los pigmentos en una mesa junto a quien pinta, que era el propio artista quien preparaba sus colores.

La Edad Media dejó nulo espacio para la actividad pública de las mujeres. Quien de ellas podía dedicarse a quehaceres artísticos o culturales como leer, pintar o escribir era, habitualmente, una dama noble con inquietudes intelectuales, o bien alguna monja cuya vida de retiro conventual le ofrecía posibilidades diferentes a las de una mujer de otra clase social, como las trabajadoras, o la mujer de la plebe que dependía de su esposo y dedicaba su existencia al duro trabajo del campo o del hogar, y a parir hijos.

De claris mulieribus(cuya primera versión data de 1374, aunque Bocaccio dedicó posteriormente veinte años más a revisiones y añadidos) recopila 106 biografías de mujeres históricas y mitológicas, para configurar la fuente más antigua que se conoce hasta el momento en Occidente sobre biografías de mujeres desde la Antigüedad hasta la época medieval.

A través de las existencias de estas 106 mujeres, Bocaccio ofrece un repaso por la vida privada y política de su época, así como de las costumbres seculares y religiosas, y también sus propias opiniones sobre la fama, la fortuna, el poder terrenal, el carácter de la mujer, las virtudes y vicios, los logros, los roles sociales, y los talentos individuales. El escritor suponía que la recopilación de las vidas de personajes "impíos" o poco virtuosos, se vería compensado por las exhortaciones a la virtud provenientes de las vidas de mujeres "buenas", que también hizo protagonistas de su obra.

La literatura ejemplarizante, de moda en la época, tuvo también una plasmación por parte de Bocaccio en una obra equivalente, con biografías masculinas De viris illustribus.


La pintora Thamar. Edición del siglo XV del libro miniado De claris mulieribus, de Bocaccio. Biblioteca Nacional de Francia.

domingo, 5 de febrero de 2012

Canto al infinito


El Sol

Cada mañana amanece un nuevo día en la Tierra. Podemos sentirnos tristes o alegres, enfermos o sanos, pero el Sol nos sigue saludando siempre con su luz, aunque quede oculto tras las nubes o la lluvia. El sol reina como uno de los cientos de millones de estrellas que pueblan nuestra galaxia, la Vía Láctea, situándose a 30 años luz del centro de la misma. Posee un diámetro 109 veces superior al terrestre, con una temperatura superficial de 6.000ºC.

Como la Tierra, el Sol también gira alrededor de una órbita, a una velocidad de 259 km/seg, por lo que tarda en completar una vuelta íntegra unos 25 millones de años. Nuestro amigo de fuego guarda en su geografía manchas y llamaradas que aparecen y desaparecen, en función de los fenómenos relacionados con el ritmo al que arden sus gases, sobre todo, el Hidrógeno, su combustible básico. Según los científicos, estas oscilaciones de manchas y llamaradas marcan ciclos solares de once años de duración. La superficie solar está constituida por “gránulos” de fuego, de unos 500 km. Emergen a partir de porciones calientes que salen a la superficie desde su interior, y aparecen y se extinguen, sucesivamente, en pocos minutos.

Todas estas cifras pueden causar cierto temor a seres pequeños y de corta longevidad como somos los humanos. Pero no resultan significativas en el baremo del Universo. De hecho, el sol es sólo una estrella mediana (ni mucho menos es grande en comparación con otros cuerpos celestes), que tuvo un principio originario y que tendrá un final en el que se extinguirá (de manera semejante a nuestras propias vidas).

Los hombres de Ciencia del siglo XX estimaron que el Sol terminará por enfriarse definitivamente hasta extinguirse, pero, antes de su final, se desarrollarán en su seno diferentes reacciones nucleares, que harán que se expanda enormemente. Cómo afectarán a la Tierra todos esos fenómenos, quizá no es tan predecible, aunque muchos científicos defienden que, como consecuencia, nuestro planeta se convertirá en un ascua gigantesca que acabará volatilizándose. Por ahora podemos dormir tranquilos, pues, según esas mismas estimaciones, faltan todavía unos ocho mil millones de años para que todo esto suceda.

La pregunta es si, entre tanto, los seres humanos, tan minúsculos y con existencias de longevidad casi nunca superior a un siglo, no habremos sido capaces de adelantarnos a los devastadores fenómenos del final de la vida del sol, y habremos terminado, mucho antes y por nuestra propia mano, con el planeta Tierra. Y es que el ser humano está cometiendo el error, mucho me temo, de subestimar su poder devastador.

Entre tanto, un ejercicio estimulante para afrontar cada día nuevo y cada amanecer estrenado, es dirigir la vista al cielo al salir de casa y contemplar la belleza inabarcable que nos ofrece el cielo cada mañana, emitir un canto silencioso al infinito. Por si, de tanto cantar, alguna vez llegara a crearse un magma energético que incitase a todo ser humano al cuidado amoroso de todas las cosas que nos rodean,a respetar con más rigor a este astro azul que es nuestro planeta.

jueves, 2 de febrero de 2012

Por eso vivimos



POEMA de Wisława Szymborska

Alma se tiene a veces.
Nadie la posee sin pausa
y para siempre.
Día tras día,
año tras año
pueden transcurrir sin ella.
A veces solo en el arrobo
y los miedos de la infancia
anida por más tiempo.
A veces nada más en el asombro
de haber envejecido.



CUENTO CORTO de Wisława Szymborska

Un gato en un piso vacío. Morir -eso a un gato no se le hace. Porque, ¿qué puede hacer un gato en un piso vacío? Subirse por las paredes. Restregarse contra los muebles. Nada aquí ha cambiado, pero nada es como antes. Nada ha cambiado de sitio, pero nada está en su sitio. Y la luz sigue apagada al anochecer. Se oyen pasos en la escalera, pero no los esperados. Una mano deja pescado en el plato y no es, tampoco, la de antes. Algo no empieza a la hora de siempre. Algo no sucede según lo establecido. Alguien estaba aquí, estaba siempre, y de repente desapareció y se empeña en no estar. Se ha buscado ya en los armarios, se han recorrido los estantes. Se ha comprobado bajo la alfombra. Incluso se ha roto la veda de esparcir papeles. ¿Qué más se puede hacer? Dormir y esperar. ¡Ay, cuando él regrese, ay, cuando aparezca! Se enterará de que estas no son maneras de tratar a un gato. Como quien no quiere la cosa, habrá que acercársele, despacito, sobre unas patitas, muy, muy ofendidas. Y, de entrada, nada de brincos ni maullidos.