lunes, 11 de julio de 2011

Tráfico lucrativo de libros: fetiche y objetos de deseo


Capitular miniada del Códice Calixtino. Siglo XII


El robo del Códice Calixtino, manuscrito del s.XII, sustraído de su caja fuerte en la catedral de Santiago de Compostela es un motivo de reflexión sobre la finalidad de un libro como objeto valioso, nueve siglos después de cumplir su función original: ser un devocionario y una guía del camino para los peregrinos.

Se dice que no hay pistas, o al menos, los investigadores, no revelan nada –con criterio muy acertado- acerca de sus pesquisas. Lo cierto es que una pieza de tamaño valor e importancia, que ha saltado a la fama incluso para los más profanos debido al hecho delictivo- no es fácil de vender en cualquier mercado.

Ningún anticuario compraría un objeto tan caro que después no pudiese, a su vez, poner a la venta. También se descarta que pueda ser vendido a museos o instituciones, por su precio inalcanzable, y dado que ya figura en las listas de la Interpol de patrimonio robado.

Milagros del Corral, ex directora de la Biblioteca Nacional, sostiene que probablemente se trata de un robo por encargo: algún coleccionista caprichoso, se enamoró del Códice Calixtino, y ha mandado que se lo traigan para engrosar su biblioteca. De ser así, el Códice se habría convertido, ciertamente, siglos después, en un objeto de deseo, una suerte de fetiche anhelado para el recreo personal de algún poderoso en la contemplación de unas páginas que jamás podrá mostrar a nadie, bajo riesgo de que en cualquier momento alguien explique más de la cuenta sobre lo que vio.

Según la Interpol, el tráfico de obras de arte es el tercer delito más lucrativo en el mundo, tras el comercio de drogas y de personas.

Pienso en los copistas y en los ilustradores de las páginas del Códice Calixtino, que hace tantos siglos dejaron su paciencia, su habilidad, y su vista desgastada, en horas y horas de elaboración sobre aquellas páginas de pergamino.

Pienso en las vicisitudes de la historia del propio libro, que relata Eduardo López Pereira, estudioso del códice y traductor de una de sus partes, en un interesante artículo publicado en El correo gallego. Eduardo recomienda (cito textualmente su escrito, por la belleza del texto original del Códice al que alude): Nada mejor en esta ocasión que releer la carta-prólogo que el propio papa Calixto, entre la verdad y la ficción literaria del propio texto, escribió como prólogo del códice: ‘‘Pues en verdad –dice el papa Calixto– he pasado innumerables angustias por este códice… Caí en poder de ladrones y despojado de todo, sólo me quedó el manuscrito. Fui encerrado en prisiones y perdida mi hacienda, y sólo me quedó el manuscrito. En mares profundos naufragué muchas veces y estuve a punto de morir, y al salir yo, salió el manuscrito sin estropearse. Se quema una casa en la cual yo estaba, y, consumido mi ajuar, escapó conmigo el manuscrito sin quemarse. Por eso di en pensar si ya este códice que deseaba llevar a cabo con mis manos sería grato a Dios".

Quisiera creer que este texto metafórico que escribió su prologuista tendrá ahora un poder beneficioso sobre el libro robado, y una vez más, el libro quedará en algún lugar seguro, que no será agredido para recortar sus hojas con un vulgar cúter y ser vendido en trozos a los mejores postores.

Lo más triste de la condición humana no es sólo su falta de escrúpulos para traficar incluso con sus congéneres, sino –terrible- para convertir la Belleza y la Sabiduría en una mercancía o un fetiche con fines mercantilistas y banales.


Códice Calixtino.