miércoles, 12 de septiembre de 2012

En el nombre de la tradición



¿Qué tienen en común estas dos imágenes? La primera retrata a Volante, un ejemplar de toro de lidia, momentos antes de que sus torturadores procedieran a la carnicería que le llevó a la muerte el pasado 11 de septiembre de 2012 en la localidad española de Tordesillas. La segunda es el retrato de Kadi, una niña africana de 5 años que en 1999 fue retratada (en un audaz y premiado reportaje de fotoperiodismo) por el fotógrafo Kim Manresa, momentos antes de que la buankisa que llevaría a cabo la operación, procediera a robarle una parte de su infancia y probablemente de toda su vida.

¿Qué sienten estos dos seres indefensos mientras sus ejecutores preparan las herramientas? A Kadi le vemos el rostro. Su mirada sesgada y su rictus serio parecen mostrarla desconfiada. Seguramente tiene mucho miedo y se siente sola. Se protege con lo único que tiene, un trapo oscuro, cerrando con sus manitas sabiamente su cuerpecillo, su intimidad. Probablemente intuye algo, con ese instinto ancestral que conservan los animales y los niños, porque aún no han sido contaminados por la sagaz malicia que existe en el corazón de muchos humanos adultos. Con ella es con lo que aprendemos a ser malos. Hay quien le llama "hacerse adulto".

Fijémonos ahora en quienes van a perpetrar semejantes atrocidades. Tras la pequeña, las buankisas  preparan su operación. Las buankisas son mujeres de unos 50 o más años que se dedican al oficio de parteras; sin conocimientos sobre medicina, enfermería, biología, ni formación alguna. Heredan la profesión de sus madres y abuelas. Por toda herramienta quirúrgica, poseen una cuchilla de afeitar, una tijera cualesquiera, o una navaja de afeitar. Por supuesto, se prescinde de toda precaución higiénica y no existe la anestesia.

El toro Volante tiene tras de sí un ejército enfebrecido de lugareños. Su perfil es el de hombres jóvenes y de mediana edad, cargados de adrenalina y con ganas de ensañamiento. Sería interesante elaborar un estudio sobre su perfil académico: su formación y cultura, aunque quizá no sorprendiera que entre ellos hubiera algún universitario (la sensibilidad y la conmiseración es una asignatura que no se enseña en las universidades. Lamentablemente, tampoco en los estudios primarios). Van armados con largas lanzas, y se han dotado de una posición favorable al ataque subiéndose a caballo. A Volante no le vemos la mirada, aunque no resultaría atrevido asegurar que en sus ojos hay algo muy semejante a lo que se asoma en los de Kadi.

Otro asunto en común que tienen estas dos tristes imágenes es que los crímenes perpetrados se realizarán en el nombre de la tradición; entendiendo por tal (desde el punto de vista antropológico) el conjunto de patrones culturales de una o varias generaciones, heredados de las anteriores, y transmitido a las siguientes, usualmente por considerarlos valiosos, a tal punto que en algunos casos adquieren prácticamente valor de leyes.

Preguntadas a quienes las perpetran las razones de la barbarie de la ablación, aducen que debe cumplirse la tradición. Formulado el mismo interrogante a los habitantes de Tordesillas, enarbolan la misma respuesta.

En países como África y España (y muchos otros del mundo) seguimos siendo, tristemente, protagonistas y víctimas de actos crueles e injustificados contra seres indefensos, en nombre de la tradición, de la costumbre. Ningún líder moral, político, religioso, intelectual o científico ha podido todavía parar la fuerza de la inercia de unas tradiciones absurdas y horripilantes que condenan al sufrimiento prolongado a víctimas inocentes.

Sólo nos queda escribir para denunciar, o tomar fotos para la concienciación del resto de habitantes de este planeta, en espera de que algún día la realidad nos ofrezca una Tierra más civilizada y más considerada con todos los seres que la habitan.