domingo, 7 de octubre de 2012

"No me pregunten quién soy ni me pidan que permanezca invariable"


Fotografías de Amedeo Modigliani. A la izda, en su juventud. A la dcha, a la edad de 35 años.

Las historias de todas las personas comienzan en el vientre materno. La de Amedeo Modigliani (Livorno, 12 julio 1884- París, 1920) se caracterizó por ser especial ya desde su etapa prenatal. Estando su madre embarazada, la guardia italiana prorrumpe en su domicilio para requisar bienes que deberán saldar deudas con numerosos acreedores. Existía una ley en el país por la cual, todos los objetos colocados sobre la cama de una mujer encinta, podían librarse del embargo. Modigliani salva así a su familia de la ruina, antes de nacer.

La vida artística de Modigliani comienza con una inclinación hacia la escultura que se ve truncada por sus graves problemas pulmonares crónicos, provocados por la enfermedad del tifus, que padeció a los 14 años. Amedeo decide así convertirse en pintor, y será uno de los más famosos del siglo XX, fama que le llegó  no sólo por la calidad de su obra artística sino por su capacidad de autodestrucción.
Alcohólico, pendenciero, adicto al hachís y amigo de andar con muchas mujeres, Modigliani seguía siendo, con todo, un trabajador compulsivo. Fue definido por Picasso como uno de los hombres más elegantes y guapos del París de la época, aunque la mala alimentación y sus excesos no tardaron en convertirle en un moribundo de 35 años con aspecto de anciano.

Su manera de entender la figura humana, perfilada con líneas gruesas, hacen de Modigliani un heredero perfecto de Toulousse Lautrec y un antecesor del Expresionismo Alemán. Vivía rápido y pintaba aún más deprisa: en sus cuadros podemos apreciar pinceladas de ejecución suelta y decidida, mostrando retratos rotundos de rostros manieristas muy alargados, torsos naturalistas,  y los inconfundibles ojos sin pupila. Si los ojos son el espejo del alma, Amedeo Modigliani no necesitó otra cosa que apenas insinuarlos para captar a la perfección la esencia de las almas retratadas, característica por la que ha pasado a la historia como uno de los pintores que con mayor intensidad logró una comunión espiritual con sus modelos.

 Autorretrato, 1919
 Retrato de Jeanne Hebouterne