domingo, 16 de diciembre de 2012

El hilo de oro de Judith Scott




La artista norteamericana Judith Scott (1943-2005) dedicó una parte de su vida a tejer con hilos y materiales reciclados sugerentes esculturas con misteriosas formas. A veces recuerdan un pie, otras un nido, otras una forma de pájaro, otras simplemente son formas alargadas o madrigueras que contienen en su interior una pequeña cueva de tesoros (cartones reciclados, bolsas de patatas fritas, o incluso algunas de mayor tamaño, bicicletas o carritos de la compra).


La genialidad de las piezas de Judith queda entretejida con la excepcional historia de su vida, marcada por su condición de niña sordomuda  desde su nacimiento y con síndrome de Down.
Por si estos datos no fuesen suficientes, Judith nació gemela de Joyce, una niña "normal". Las pequeñas crecieron juntas hasta que cumplieron 6 años, y, como cuenta Joyce, "Una mañana me desperté y ella no estaba. Sólo recuerdo un espacio frío en mi cama. Dejamos de hablar de ella, y ella dejó de existir". La traumática separación de las dos hermanas se produjo cuando los padres decidieron abandonar a Judith en un centro para discapacitados.

Transcurridos 36 años, Joyce acude a reencontrarse con Judith. La pequeña se ha convertido en una mujer de metro cincuenta de estatura, aislada de sus compañeros y con comportamientos disfuncionales. Nadie se ha dado cuenta todavía de que es sordomuda, por eso en los informes médicos se estima que su capacidad intelectual es sólo del 30%.
El hilo de la historia transcurre hacia un final más feliz, desde el momento en que Joyce se lleva a su hermana a su casa y comienza un periodo educativo diferente, en el que se incluyen la asistencia asidua al Centro de Arte de Oakland (dedicado a estimular a los discapacitados mediante prácticas artísticas), en el cual Judith pasó dos años haciendo tan sólo garabatos sobre un papel.

Un buen día, Silvia Seventy, una de las artistas profesoras del centro, le ofreció unas madejas de hilo y algunos otros materiales. El universo de Judith no tardó en salir a la luz, realizando composiciones escultóricas que asombraron a la mayoría. Judith sonreía más a menudo, y a medida que cobraba mayor confianza en sí misma por sus éxitos creativos, comenzó a adornarse con curiosos collares, sombreros, y ropa elegida por ella misma. En todo caso, la expresión de una creatividad tantos años guardada bajo el silencio y el aislamiento, logró hacer que Judith sonriera con mucha frecuencia, el mejor regalo para su hermana.


La obra de Judith Scott figura en la historia de las vanguardias contemporáneas como uno de los principales exponentes del "art brut", es decir, del arte completamente intuitivo, sin razón alguna, de aquel que mueve al artista a trabajar desde lo más profundo, y no con el objetivo de complacer al espectador ni de ganar dinero. Como paradoja, sus esculturas alcanzan hoy en los mercados cotizaciones de miles de dólares. Numerosos museos de "art brut" de todo el mundo (Lausana, Baltimore, Tokio, Dublín), así como coleccionistas privados, han adquirido sus obras.


El caso de las gemelas Scott es una muestra de que, como confirman algunos estudios científicos, la conexión entre los hermanos gemelos está enlazada por sólidos vínculos, probable metáfora de las esculturas con hilos de Judith, en cuya obra figuran numerosos ejemplos de piezas pares.