sábado, 21 de mayo de 2011

¿Hacia dónde caminamos?



"El cuarto estado" (1898-1901), cuadro de Giuseppe Pellizza de Volpedo . La clase de trabajadores del campo avanza, en ritmo ordenado y silencioso, hacia los nuevos barrios de las periferias industriales de las entonces recientes ciudades. Su límite está colmado. No obstante, su actitud no es provocadora: simplemente, decidida.




Concentración de la Puerta del Sol en Madrid, España, el 20 de mayo de 2011. Miles de ciudadanos acampan en las calles. La intención general tampoco parece ser de desafío. Una vez más, se repite la historia. ¿Hacia dónde avanzaremos ahora?


Carambolas del devenir histórico: tantos años en busca de conseguir el sufragio universal, y de repente, uno se despierta un 15 de mayo de 2011 y se da cuenta de que el voto legitimado por derecho puede haberse transformado en una perversión en pro de un sistema cuyo objetivo no ha sido precisamente en los últimos tiempos velar por la salvaguarda de ciertos derechos fundamentales (léase trabajo, vivienda, salud…)

Deliberadamente menciono la palabra “despertar” un poco más arriba, porque no han faltado mentes avispadas que, durante los últimos años, han observado con pena a masas despiertas solamente cuando se trataba de echarse a la calle para honra y veneración del fútbol, deporte mundial y nacional, y para recibir a alguna estrella del espectáculo o el faranduleo. Cuando no para hacer colas en las rebajas, engullidos por la maquinaria consumista y el beneplácito de la tarjeta de crédito cuando se había agotado el efectivo (mientras los señores de los bancos se frotaban las manos con tamaña lluvia de facilidades).

Nihil novum sub sole –nada nuevo bajo el sol-, pronunció Salomón hace milenios, y aún hoy continúa vigente la máxima. No es novedoso salir a la calle a protestar. Si observamos la dialéctica hegeliana y su explicación de la Historia de la Humanidad a través de ciclos que se repiten, podría pensarse que estamos ante otra vuelta de tuerca de más de lo mismo. Que una vez más –otra- los humanos construyeron una nueva era un día fundamentada en un paradigma diferente (en este caso, la era capitalista y del consumo; subsiguiente a la revolución industrial), y que –como todo en la vida- estamos asistiendo al principio de su verdadero final.

Paseando entre las gentes autoconvocados en las plazas de las capitales españolas y europeas, encontramos personas pidiendo lo mismo que se pedía hace 100 años y hace 500. En definitiva, el ser humano, se levanta un día, y piensa que, más allá de su aparente bienestar apadrinado por los poderosos, puede cuestionarse si puede elegir sus condiciones de vida, y si tiene herramientas y arrestos para conseguirlo. Pero, lamentablemente, para que la gota que impulsa haya colmado el vaso, han tenido que suceder muchos abusos y demasiadas circunstancias provechosas para unos pocos y sangrantes para la mayoría.

Hace meses, quizá algunos años, que las mentes más lúcidas empezaron a avanzar, cual secreto a voces, que la Era Capitalista tenía los días contados. Europa se había hecho vieja, sin querer reconocerlo, en unas estructuras socio-económicas que ya estaban obsoletas. Se sostenían para flagrante beneficio de unos pocos, que, enmascarando todo el engranaje del Sistema con argumentos ideológicos y políticos, pudieron engatusar a las mayorías mientras ejercían un paternalismo de pretendido estado de bienestar, y entretenían a la masa con espectáculos deportivos y escatología televisiva. Algunos siguieron creyendo en el sistema de partidos, y, por un tiempo, confiaron en unos líderes de un color o de otro, ninguno de los cuales, en el fondo, ha sabido defender un auténtico sistema de valores, ni una ética del ciudadano.

Afortunadamente, parece haber llegado el día en que los homo sapiens de este país y quizá de este continente, han iniciado su marcha digna y pacífica a tomar en las calles un sufragio que va mucho más allá del que se ejecuta en las urnas: el derecho a optar por nuevos modelos que no dependan de gobernantes corruptos, ni de la avaricia de los banqueros.

Si los campesinos del cuadro de Pellizza de Volpedo caminaban hacia un futuro con pan en el extrarradio de las ciudades, cabe preguntarse hacia dónde camina el humano del siglo XXI. Cuasi-finiquitada la Era Capitalista, y tal como vaticina el modelo determinista hegeliano, se augura una era diferente, pero basada en otro modelo, quién sabe si plácido en sus inicios, pero igualmente condenado a su perversión dentro de otros cien o doscientos años.

Echemos un vistazo alrededor, y observemos cómo todo huele a tecnología, avances científicos, y vértigo informático. La Era Digital es, posiblemente, el nuevo paradigma que verán nuestros hijos y nietos.

La siguiente pregunta es cuánto aprendizaje –cuánta evolución espiritual- ha sido capaz el homo sapiens de asimilar a lo largo del devenir de los ciclos de las civilizaciones, desde que nuestra especie puebla el planeta, y si en la era de la tecnología habrá de verdad un auténtico progreso en el alma colectiva... ¿hacia dónde caminamos?